D. Antonio Saura, “Socio de honor” de DEmurcia

Aunque no está escrito en ninguna norma, creo que debería ser preceptivo, o al menos “de recibo”, que quien plantea la propuesta de un “socio de honor” le corresponda explicar las razones que le llevan a presentarla. Y aunque en este caso, las razones son bastante obvias, pues es de todos conocida la trayectoria profesional y los méritos artísticos de la persona propuesta, asumo dicha tarea con especial agrado y consideración, aunque en este caso se haga después de su nombramiento, por las especiales circunstancias COVID que concurrieron en la última asamblea de la Asociación, en la que además se nombró una nueva Junta directiva.

Comenzaré diciendo que no creo que se pueda comprender la historia del teatro murciano en estos últimos 40 años sin destacar la figura de Antonio Saura y de su compañía Alquibla Teatro. Y para entender mejor la dimensión de su influencia, voy a dar algunos números que hablan por sí solos.

Antonio, en sus 36 años de ejercicio profesional, tiene en su haber cerca de 80 montajes como director de escena, y no creo que haya en la Región de Murcia nadie que pueda presentar una cifra tan extraordinaria. Cuenta por cientos los actores y profesionales que han trabajado para él o para su compañía, por miles las representaciones realizadas por todo el territorio regional y nacional, y por cientos de miles los espectadores que han disfrutado de sus espectáculos. Es Titulado Superior en Arte Dramático de la primera promoción de la especialidad de Dirección, y a su labor de dirección y de producción de espectáculos, hay que sumar también la de formación de intérpretes y directores, con Alquibla Escuela de Teatro. Ha sido director artístico del Teatro-circo Apolo de El Algar en Cartagena y, como estudioso en la materia, ha participado en multitud de publicaciones, congresos y mesas redondas. También ha intervenido muchas veces en reuniones con la administración en la defensa sectorial del teatro y de la cultura en general. Ha sido miembro del Consejo Asesor de Teatro de la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia. Su interés por que en la Región existiera un tejido teatral organizado, le ha llevado a ser socio fundador de MurciaEscena y de la Mesa de las Artes Escénicas de la Región de Murcia, en el intento de aunar a todo el sector profesional. Es el verdadero ideólogo de que se creara esta Asociación de Directores, de la cual ha sido presidente desde 2018. Es también, desde 1994, socio de la Asociación de Directores de España y, desde 2004, miembro de la Academia de Artes Escénicas de España. Finalmente reseñar los numerosos premios y reconocimientos a su labor como director e iluminador, y haber sido nominado hasta en 4 ocasiones a los premios Max de teatro.

Seguramente me habré dejado cosas en el tintero, pero creo que es más que suficiente para evocar una trayectoria tan sólida como inabarcable para cualquiera de nosotros.

Particularmente mi relación por Antonio viene de lejos, prácticamente desde que aterricé en esta Región allá por el año 1988 con una vocación teatral aún en ciernes, y asistí a su montaje de Woyzzeck. Gracias a Antonio pude dar mis primeros pasos en el teatro profesional, y siento por él un enorme respeto y admiración por toda su trayectoria, y también por ser una de esas personas que tienen el coraje y la capacidad de jugárselo todo a una carta, de exponer su equilibrio vital, su salud y el bienestar de su familia por hacer del teatro una forma de vida, por pertenecer a este mundo tan maravilloso en lo artístico y en lo humano, como desagradecido en lo material. Nadie puede negar que Antonio Saura es un “hombre de teatro”, de la cabeza a los pies, con muchísimas horas de vuelo a sus espaldas, siempre en su furgoneta, cargando, iluminando, currando en todas las plazas y bajo cualquier coyuntura y condición.

Antonio como director es una persona de enorme exigencia. Primero, consigo mismo. Su rigor le lleva a concebir sus puestas en escena enteramente antes de comenzar los ensayos y lograr que, cuando vemos sus espectáculos, siempre tengamos la sensación de percibir una partitura escénica muy elaborada, con un ritmo preciso, un movimiento definido y una perfección técnica que es muy difícil encontrar en otros montajes de nuestra Región.

Como narrador y orientador del sentido del espectáculo -y esto es algo que me ha dicho en varias ocasiones- considera que un director debe intentar expresar siempre algo personal, propio, íntimo y diferente, y que para lograrlo debe asumir riesgos en su lectura. Para él la labor de un director no es la de ser un simple ilustrador, ni tampoco la de un organizador del tráfico de los actores. Reconoce que los errores forman parte del juego creativo, y que se pueden llegar a perdonar, y perdonarse, espectáculos fallidos por tomar ese riesgo. Pero también que le deja absolutamente indiferente aquellos montajes que carecen de la valentía para asumirlo. Por ese motivo sus espectáculos llevan siempre incorporado una visión que, si bien no siempre ha coincidido con el de la crítica, es absolutamente personal, identitaria e impositiva, porque para él esa es una actitud creativa insobornable de quien quiera considerarse “artista”.

Dice Peter Brook que “El auténtico desafío surge cuando el objetivo no es el éxito, sino despertar significados íntimos sin tratar de gustar a toda costa”. Estas palabras que encabezan el libro Alquibla Teatro 25 años resumen perfectamente ese ideario.

No quiero terminar esta brevísima semblanza de la trayectoria de Antonio sin hablar de su persona. Y es aquí donde voy a tomarme la licencia de intentar ser fino.

Empezaré hablando del Antonio social, ese que tiene la manía de hacer selfies, fotografiar a todo el mundo para subir a la red sus encuentros, y hacer todo tipo de comentarios para salvar a la humanidad. Todos conocéis esa imagen que se ha convertido en un icono del paisaje de la ciudad, con su presencia imponente y esa estética motera, canalla y pendenciera que provoca el temor reverencial, como si se tratara de un personaje salido de una novela de Pérez Reverte. Siempre vestido de negro -como los técnicos-, con su chupa y la camiseta tuneada de frases, sus vaqueros ajustados y los botines a juego, el rostro perfilado con la patilla en punta y la perilla circular, y con esa voz que nos interpela contundente y grave, que más quisieran tenerla muchos de sus actores. A veces cercano, y otras distante (“¡Dios mío! ¿qué le habré dicho o hecho?”), Antonio nos puede parecer reactivo, vivaz, impulsivo, vehemente, vigilante, atrevido, dominante, seguro de sí… y en ocasiones testarudo, intimidante, tenso, combativo y poco diplomático.

Porque Antonio es un “tío” directo, decidido y constante que no se anda con florituras. Alguien que defiende lo suyo, esté equivocado o no, porque cree sinceramente que es necesario y/o le pertenece. Pero a pesar de sus certezas, de su idealismo y de esa imagen “dura”, también es una persona que sabe empatizar con la gente.

Desde mi punto de vista, Antonio es una persona expuesta, para lo bueno y para lo malo. Yo le digo que a veces se significa demasiado, y que eso crea adhesiones y reservas, lo que seguramente va en detrimento de un mayor reconocimiento. Pero él es así, y si no, no sería Antonio.

También sé, por lo que le conozco, que si se rasca podéis encontrar otro Antonio: el de los amigos, el íntimo, el familiar (desde luego en su casa no es quien manda), el Antonio noble y sensible, amante de la música y de los conciertos, de los encuentros y de la buena gastronomía: franco, divertido y hasta en ocasiones, aunque a él le cueste reconocerlo, emotivo.

Ese Antonio, que tiene como mejores logros de su currículo ser todavía el actual marido de su mujer Esperanza Clares -el bastión fundamental en que se apoya en lo personal, lo empresarial y lo artístico-, y de ostentar la paternidad en el Libro de Familia de “la dulce Alba”, sin duda, el proyecto teatral más consolidado que posee para el futuro.  

Por todos estos motivos, y fundamentalmente por los últimos que acabo de señalar, me congratulo especialmente que Don Antonio Saura haya sido nombrado “Socio de Honor” de esta Asociación de Directores profesionales de la Región de Murcia.

Muchas gracias.

Javier Mateo, 05/12/2020